Como una muestra de fe, es costumbre que cada año el día 14 de febrero se realiza una procesión de carácter religioso con la Virgen de la Esperanza.
Este año no fue la excepción, salvo que, por cuestiones sanitarias de la pandemia del coronavirus y evitar las aglomeraciones, los únicos que participaron en el recorrido fueron las autoridades eclesiásticas, civiles, así como danzantes y organizadores de la misma, en esta ocasión el pueblo sólo fungió como espectador.
Al final de la procesión, algunos feligreses con nostalgia observan que la procesión se aleja con destino al templo del lugar, haciendo uso del cubrebocas y la sana distancia atendiendo las disposiciones sanitarias y con ello prevenir el contagio del COVID-19.