Del entrevistador:

Mientras se llevaba a cabo la entrevista, la señora manifestó escepticismo con respecto a la pandemia. Ella piensa que, si bien sí existe el virus, su expansión no ha sido como lo relatan las autoridades y los medios de comunicación. Por otro lado, me comentó que le había costado trabajo adaptarse a las tecnologías con las que realiza su trabajo desde casa, ya que tuvo que aprenderlas a usar desde cero, dominándolas con la práctica. También destacó que se le dificultó ajustarse a la vida en el contexto de la pandemia, pues ella esperaba que todo hubiese regresado a la normalidad a finales del 2020. Lamentó que no haya ocurrido así, pero confía en que el 2021 sea diferente. Lo que más anhela es regresar de manera presencial a su trabajo y continuar con su vida con la normalidad de antaño. Cuando platicamos sobre los efectos del COVID–19 en su comunidad, ella resaltó el miedo que experimentaron sus vecinos ante la propagación del virus, muchos de los cuales piensa que se han cuidado de tal forma que rayan en la exageración. Me dijo que ha ayudado en la medida de sus posibilidades a los que se han contagiado, ya sea estando pendientes de ellos o llevándoles los productos que necesitaban. Ha sido considerada con los familiares de los vecinos que lamentablemente han fallecido, por lo que puedo decir que tiene un alto sentido de solidaridad y altruismo con su comunidad. Al reflexionar sobre los efectos de la pandemia en su vida, con lágrimas en los ojos le agradeció a Dios que ni ella ni su familia cercana se hayan contagiado y que, pese a que algunos de sus tíos y primos sí lo han hecho, la mayoría ha superado a la enfermedad. Al final observé esperanza en su rostro, pues estaba segura de que esto terminaría algún día.